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En 1501 el cardenal Cisneros instituyó la obligatoriedad de la identificación de las personas con un apellido fijo. Hasta entonces las personas se identificaban con su nombre y un apellido o mote que reflejaba el lugar de procedencia, el oficio o alguna característica de la persona, por lo que miembros de una misma familia, incluso hermanos, podían tener diferente apellido. Este sistema producía un tremendo caos administrativo para poder identificar a las personas por familias. A partir de la ordenanza de Cisneros, el apellido del padre quedaba fijado y pasaría a ser el de todos sus descendientes.

El sábado 27 de marzo, a las once de la mañana, nos reuniremos de nuevo los viandantes para disfrutar de la charla cafetera, exentos por el momento de la obligatoriedad de identificarnos. Ya sabéis dónde está la plaza de Cisneros, así que os esperamos a vosotros y a vuestros bollos se apelliden como se apelliden...



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